Este es el título de la ponencia dictada por Ramón Sanchis Ferrándiz, en el marco del Congreso Nacional de Filosofía organizado bajo el lema «Filosofía y Dignidad» en el Centro Imaginalia de Alicante, en noviembre 2018.
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Actitudes Estoicas en tiempos de pandemia

Esta conferencia forma parte de la Semana Estoica que se desarrolló el 13 de noviembre de 2020, en Alejandría Espacio Cultural de Elche.
Frente a la pérdida de valores y de la propia identidad humana, podemos encontrar en el estoicismo ese modelo de conducta que ya sirvió en otras crisis históricas. Esta escuela filosófica proponía una actitud reflexiva que intentaba llevar al ser humano a la conexión profunda consigo mismo y con todo lo creado, la fortaleza interior, la serenidad y aquietamiento del alma, junto a una integridad moral a toda prueba.
La pandemia ha provocado desequilibrios, ansiedades y depresiones en quienes creían que su vida circulaba por una vía estable. De pronto nuestra solidez económica, mental, de sentimientos, se vió resentida. Por este motivo, muchos de los lemas o principios estoicos han ganado actualidad. Sin duda, resultará un gran descubrimiento para muchos de los que piensan que la filosofía es algo abstracto que no ofrece resultados prácticos para nuestro tiempo actual.
Enlace al video de youtube:

¿Quien soy, de dónde vengo y adónde voy?
En las actividades programadas con motivo del Día Internacional de la Filosofía, el viernes 17 de diciembre de 2021 se realizó en la Asociación Ítaca-Espacio cultural de Valencia el Congreso Nacional de Filosofía bajo el lema «Conócete a ti mismo». En él se realizaron tres ponencias.
Se adjunta el video del tema «¿Quien soy, de dónde vengo y adónde voy?, impartido por Ramón Sanchis.

Reflexiones sobre la vida y la muerte.
Cualquier escritor es vitalista, y como escritor me sumo al manifiesto en pro de la existencia plena y consciente. Porque todo escritor se aúna con la vida, con los sueños, con la esperanza, con la proyección de futuro y los mejores anhelos para su mundo y sus gentes. Porque la vida se siente, se enseñorea de nuestra existencia y la sentimos vibrar bajo nuestra piel con toda su carga telúrica, mágica, mensajera palpable de la fuerza primigenia que puso los mundos en movimiento. La vida es lo que está siempre presente, al menos mientras nos quede una gota de su maravilloso elixir y una mínima hebra que nos mantenga aferrados a ella. Mientras perdure un cordón de sustancia, en tanto quede en nuestro pecho una pequeña brizna de aliento, la vida será todo, será dueña…
Pero si algún día la vida termina, no desesperes, pues cuando ya se retire el manto de materia que nos encubre, tal vez la esencia que eres, tendrá que aprender de nuevo a gatear por otros caminos de luz, surcando las rutilantes estrellas de un mundo inmaterial semejante a los luceros que ahora te embelesan… Y quizás, cuando el velo de lo material se deshaga tan solo quede aquello que atesoras en tus profundos sueños del alma…
Sin duda, cuando duermes, tu cáscara de materia permanece aletargada, y sin embargo sueñas, transportado en un bajel que surca las galaxias insondables, las emociones más bellas y azules, los pensamientos más elegantes y elevados. Cuando cada noche te conviertes en vigía de tus sueños, apostado en las amuras de tu barco celeste, pareciera que has muerto para el mundo de los cuerdos, y sin embargo viajas como un loco enajenado por sus ensoñaciones, en un mundo de estelares vientos e irisadas olas, tan real para ti como las olas del mar que ahora te reciben en la playa. Pero recuerda, cuando navegues por ese mundo de ensueños, que eres mortal, que los sueños también acaban y tus deseos habrán de proyectarte de nuevo a la vida rutinaria que llamas ahora real… Y quizás, al igual que ocurre cuando los ensueños se desvanecen, en que debemos regresar a nuestro mundo de cotidianas realidades, tal vez ocurra en el trance hacia la otra orilla. Porque siempre se dijo que «igual es arriba que es abajo».
En mi humilde opinión, no creo que tan solo exista lo que llamamos vida desde nuestra perspectiva física, pues he comprendido demasiadas cosas del pasado y el futuro en algún «sueño lúcido»; he convivido con gente noble que tenía capacidad de clarividencia; he escuchado el relato de quien ha retornado de un coma, esperanzado y luminoso, tan alejado del temor en que nos han educado; conozco los experimentos médicos sobre el trance de muerte que han logrado retornar a quienes, pasados varios minutos, ya se daba por muertos… todos ellos narrando una misma historia. Y considero, tal como decían los sabios de la antigüedad, que la vida y la muerte son dos caras de una misma moneda. Es decir, una misma realidad, a la que denominaban la Vida-Una, vista desde ángulos diferentes.

Taller de escritura creativa Ítaca-ELD (El libro durmiente)
Un año más, a mediados de septiembre arrancará nuestro Taller de Escritura Creativa realizado conjuntamente por Ítaca (Espacio Cultural) y ELD (El Libro Durmiente). Ambas asociaciones, Ítaca-Espacio Cultural de Valencia y ELD del Centro Imaginalia de Alicante, han unido sus esfuerzos para continuar esta labor formativa movidas por inquietudes similares.
Después de ocho años de rodaje, nuestro taller tiene experiencia suficiente para enseñar a escribir a cualquiera que se lo proponga seriamente. Cada año comienza a finales de septiembre y termina a finales de junio del año siguiente. Tenemos un programa bastante completo que imparten tres profesores: Rosario Olivar, Lilia Gª Chiavassa y Ramón Sanchis. Estamos enfocados a la narrativa, aunque no desdeñamos la incursión en poesía u otros géneros, aunque la base es la narración. No obstante, igual se aprende a redactar un microrrelato, escribir una columna de opinión, un artículo, la reseña de un libro, un cuento o un poema. Se parte de la enseñanza de descripciones, personajes, reglas básicas de la narración, diferencias entre relato, cuento, novela breve, novela, microrrelato, para pasar a las figuras literarias (metáforas, comparaciones, metáforas de situación, etcétera), el tono, el ritmo, la musicalidad, el simbolismo en los textos, etcétera. A esto se añaden píldoras literarias, cortas, directas, que nos recuerdan los errores y correcciones necesarias del modo de escribir (o sea, técnicas básicas de escritura).
Este año pretendemos incluir un módulo de Escritura en internet, dado que no se utiliza el mismo estilo cuando se escribe en la red, y también, modalidad periodística. Para ello vamos invitando a autores especializados en cada tema. Aunque esta temporada que ahora comienza el taller será presencial en Ítaca-Espacio cultural de Valencia, se mantendrá la conexión online que tantas alegrías nos ha dado últimamente, pues ha permitido que haya un total de unos 40 alumnos de varias ciudades españolas, e incluso, de Sudamérica.
Nuestras cuotas son muy económicas, porque son promovidas por asociaciones culturales cuya finalidad altruista entronca con una real difusión de la cultura. Hay apuntes de base para el taller que conformaron en su día un libro ya publicado en 2015: El arte de ser escritor, de la editorial Librando Mundos. Se imparten, al menos, dos sesiones de taller al mes con clases quincenales, en sábados alternos. La duración de cada clase es de unas 2:30h, que abarcan de 11h a 13:30h de los sábados. La palabra «taller» indica que las enseñanzas que se dan son prácticas y que requieren una actitud proactiva en el aula; no son clases solo teóricas, por lo cual en algún tramo de la clase se proponen ejercicios de redacción, se leen en voz alta (quien lo desee) y se dan indicaciones sobre la redacción.
Al final del curso se emitirán los diplomas correspondientes a quienes hayan asistido al taller con dedicación. No se trata de un curso inicial, pues hay alumnos que ya tienen un recorrido en la escritura, pero conviven perfectamente niveles más o menos experimentados. Los alumnos que tienen continuidad, de modo natural, acaban publicando sus relatos, reseñas de libros, poemas, ganan algún concurso. En este último curso, una alumna ha publicado un libro de poemas. Los alumnos que han mantenido su aprendizaje unos dos o tres años, ya tienen libros publicados con soltura, participan en blogs, colaboran con instituciones, etcétera. Esa es nuestra mejor recompensa.

II. En la hora de partir
La vida es un camino que se recorre
paso a paso, día tras día,
hasta que te detienes a descansar.
¡Ojalá que tu descanso sea merecido
y tu viaje haya sido placentero!
¡Que tu mirada guarde sus imágenes, por siempre,
en el cofre de oro de tus vivencias!
¡Que los dioses que reverencias
te acunen en su seno en el último aliento!
¡Que puedan ellos reconocerte
cuando llames a su puerta con los tres
golpes nítidos que suplican el conocimiento!
¡Que su luz ilumine tu mirada!

Política con minúsculas
Los griegos decían que la Política es la ciencia y el arte de conducir a los pueblos hacia sus expresiones más elevadas como seres humanos. Sin embargo, vemos que los políticos están más enfrascados en atacar al adversario y crispar el ambiente social que en buscar y proponer soluciones para los ciudadanos.
Algunos fomentan un odio que nadie desea, retornando a posturas extremas que antaño desembocaron en una guerra civil. Por suerte, o tal vez por karma, aquellos que esparcen esa simiente de odio, tarde o temprano son barridos por la historia, porque «la gente» necesita sentir que en las pugnas políticas se les trata como «personas» y no como mercancía para las luchas dialécticas.
Nadie necesita refrescar la memoria histórica si esta viene cargada de odio, porque el olvido es un bálsamo que nos permite mirar hacia un nuevo horizonte.
Los ciudadanos comienzan a exigir razonamientos y actitudes más serias, porque no conciben la política como una lucha de navajas ciegas y ofuscadas por el odio… lucha en la que si alguien sale herido son siempre los de a pie.
Cuando los políticos se hayan formado para serlo, cuando hagan política con mayúsculas, cuando sean un poco más sabios, o al menos lo pretendan, cuando propongan serenidad antes que odios o luchas intestinas, no solo obtendrán votos, sino la inestimable admiración del pueblo. No en vano decía Platón que los políticos deberían tornarse filósofos, o bien, los filósofos debieran dedicarse a la política.

Entrevista a la escritora Begoña Curiel
Habitualmente, a los autores que nos visitan les pedimos opinión sobre la escritura, las motivaciones que les impulsaron a escribir, sus primeras lecturas o maestros, etcétera. Begoña Curiel no se hace de rogar y con una soltura admirable, habla con la mano en el corazón. “Nunca soñé con llegar a publicar un libro y, mucho menos una novela, dice. Se escribe, no para ser escritor ni publicar, sino como una necesidad interior, pero la vida te va llevando”. Y bien lo sabe ella, cargada de experiencia, una periodista de raza que inició su andadura en Cadena SER, para colaborar más tarde en Diario 16 y Europa Press y, de manera puntual, en El País. “Nací en Bilbao, nos cuentan, aunque llevo más de veinte años en Algeciras. Ahora me dedico a los informativos en Canal Sur, pero las noticias son titulares breves que no siempre te permiten explayarte. Lo ideal son los informativos en formato reportaje o crónica. Por ello comencé a escribir, pues sentía una necesidad profunda de expresar lo que siento. Y como me gusta tanto leer, comencé por realizar reseñas de los libros que leía”.
Cada una de sus reseñas es una pequeña joya que los lectores buscan con avidez. Escribe con desparpajo, dice lo que le agrada o no de una obra sin tapujos. Tan pronto se transforma en una niña que jalea esa novela sin rubor como en una juez inflexible que reparte consejos severos. A veces, se muestra arrebatada y feliz por el hallazgo de un libro, o se torna hosca ante un libro que no es quién para hacerle desperdiciar su tiempo. Begoña es de las que leen un libro o dos a la semana, y además, se preocupa en redactar una pulcra reseña que, casi siempre, empapela ese edifico maravilloso en que se está convirtiendo el blog de El Libro Durmiente.
Habla con los ojos y las manos. Esas manos que un buen día juzgó tan maravillosas e imprescindibles como para escribir una novela sobre ellas. En sus manos narra la vida de un personaje que perdió las manos, y con ellas, esos infinitos registros que esconden la capacidad de expresar ternura y de apresar la vida. Sin manos también se puede escribir, pero no sería lo mismo. Begoña Curiel expone a los alumnos las dificultades para construir un texto redondo: “cuando una idea viene a mí, tomo muchas notas en un pequeño cuaderno y, poco a poco, se conforma un esquema de base que trato de desarrollar; sin embargo, aún antes de acabarlo ya me lanzo a escribir. Va en función de cada cual. Unos autores se documentan mucho y otros escriben desde el minuto uno sin parar, pero la libreta es imprescindible. Y mucha investigación. Después, escribir y corregir. Siempre hay que corregir, porque la escritura es dedicación”. Los talleristas, que aún no han interiorizado la idea de corregir, la miran expectantes. “Lo ideal es escribir cada día un poco, aunque yo me centro en la escritura los fines de semana. Todos tenemos otras tareas y la escritura no siempre da para vivir”. De nuevo, ella repite su máxima de vida: “la escritura exige constancia y mucho trabajo; escribir, revisar, borrar; y a veces, a los dos días dices ¡qué desastre!, y lo tiras. Y de nuevo, ¡vuelta a comenzar!”.
Aunque ella comenzó por escribir relatos, Begoña Curiel le tiene mucho respeto a quienes escriben esos cuentos modernos que te vienen como flases, por necesidad. “Un cuento se escribe de inmediato. Te asalta la idea y la escribes, aunque es uno de los géneros más difíciles. En cambio, en una novela tienes la idea principal, pero en torno a ella hay que construir la historia. Para ello hay que documentarse y construir poco a poco la trama y los personajes. En un archivo aparte anotas datos; en otro el contexto histórico; en un tercero esbozas el mundo psicológico de los personajes…”.
“Hoy todos hacen de todo y por ello algunos periodistas escriben novelas. Pero no soy mejor escritora por ser periodista”, les dice a los alumnos, “…porque los periodistas no tienen una formación específica en sus estudios para ello”. Y repite su consejo áureo: “Para escribir se exige esfuerzo y dedicación”. Me alegro de escuchar sus palabras, porque a los alumnos de un taller hay que mostrarles con claridad que es preferible que tan solo se dediquen a esa tarea quienes sienten una real vocación. “Incluso, cuando una obra está acabada hay que revisarla y retocar, hasta que uno mismo se siente feliz con lo que expresa”. Después se muestra a los demás la criatura recién nacida: “La gente puede decirte que el texto está muy bien, pero no puedes escuchar voces amigas que digan lo que quieres escuchar. Como lector cero no sirve un familiar —aunque yo recurra a mis hermanas por ser grandes lectoras—, pues ha de ser objetivo y darte una opinión certera”.
A Begoña Curiel le motivan los temas humanos, lo íntimo y personal. Es una autora que gusta de leer novela histórica y novela negra, aunque da la impresión de que ya lo ha leído todo. Discretamente, ha descubierto para El Libro Durmiente varios autores que más tarde han sido encumbrados a la fama. Considera que para ser escritor hay que nutrirse con la lectura y, “aunque la literatura no pueda cambiar el mundo, si puede mejorarlo”. Sin duda, es una mujer observadora, que atrapa la vida al vuelo, afable y risueña, volcada en cuanto hace, que ha sabido esculpir su propia senda con dedicación y perseverancia. Una escritora que sabe llegar al corazón del lector, capaz de aportar ideas a los demás sin darse la importancia que merece.
El arte de ser escritor
- Extracto del libro con el mismo título, publicado por la editorial Librando Mundos, del autor R.Sanchis Ferrándiz.