II. En la hora de partir

La vida es un camino que se recorre

paso a paso, día tras día,

hasta que te detienes a descansar.

¡Ojalá que tu descanso sea merecido

y tu viaje haya sido placentero!

¡Que tu mirada guarde sus imágenes, por siempre,

en el cofre de oro de tus vivencias!

¡Que los dioses que reverencias

te acunen en su seno en el último aliento!

¡Que puedan ellos reconocerte

cuando llames a su puerta con los tres

golpes nítidos que suplican el conocimiento!

¡Que su luz ilumine tu mirada!

En defensa de la poesía

En días como estos, le doy más valor a la poesía. Tal vez por la introspección a la que nos vemos obligados. Vienen a mi memoria los poemas de León Felipe o García Lorca, de Walt Whitman, del libanés Nissan Qabbani o del poeta bengalí Rabindranath Tagore (sobre todo estos). Necesito llenar el alma de cosas que no sean fugaces, ni demasiado cotidianas, porque el ruido que emite el mundo cansa. Hay que perderse entre las veredas interiores para hallar esa paz que nos falta.
Y de nuevo me he preguntado ¿qué es la poesía?, ¿por qué aparece como un susurro y se va de pronto por las esquinas del tiempo?
Al respecto, dirá la poetisa Raquel Lanseros II que la poesía se nos escurre entre los dedos cuando «nos vertemos hacia afuera, cuando salimos de nosotros mismos» y aconseja «retornar a la reflexión y la meditación, llegar a un equilibrio entre el silencio y el ruido».
No hay duda de que la poesía nos ayuda a encontrar el propio centro, porque la mirada interior ha de descubrir las propias penumbras antes de transformarlas en luz que ofrecer a los demás. Y cuando perdemos ese centro, cuando nos atrapa lo cotidiano y la superficialidad de nuestra vida, se desvanece ese sentimiento poético.
La poesía requiere dedicación y oficio, aunque hay algo intuitivo que parece venir de afuera y llamar a nuestra puerta cuando nos encuentra receptivos. Así, el poeta ha de transformarse en un canal que se pone a disposición de un sentimiento y una verdad que le rebasa, y se entrega a esa tarea con devoción.
Raquel Lanseros lo expresa de modo magistral cuando nos dice que «el poeta es un artesano que trabaja con palabras, con el lenguaje, aunque la poesía no es un lenguaje propio, porque el poeta es transmisor de un conocimiento y de unas sensaciones que no son solo las suyas, sino que son las de la especie, las de la humanidad».
La imaginación nos da esa capacidad de ver en lo invisible, de salir de lo cotidiano para crear en el mundo de las imágenes e ideas. Ella es la que nos reconstruye cuando estamos abatidos, la que traza nuevos rumbos y nos obliga a levantarnos. Pero no se trata de inventarnos un mundo fantasioso en el que poder refugiarse, lejos de la realidad, sino de construir sueños y principios que acaben ofreciendo mejores realidades. La imaginación ha de construir con una voluntad decidida, mientras la fantasía juega con peces de colores en la charca del mundo.
Sin duda, la poesía es maestra de vida, es pujanza y plenitud, es sentimiento, belleza y sabiduría. Es un lenguaje profundo que hermana a los pueblos en torno a la palabra; una herramienta con la que construir un futuro mejor. La poesía es un bagel que siempre despliega sus velas blancas en señal de paz y de buena voluntad.
(http://www.revistaesfinge.com/images/pdf/Esfinge-2015-07.pdf)
https://raysan2012.wordpress.com/…/croniria-raquel-lansero…/

El anhelo del agua (poema)

Se transcribe aquí el poema publicado en la Revista Esfinge-Digital en su número de abril 2017: https://www.revistaesfinge.com/arte/poesia/item/1557-el-anhelo-del-agua

El anhelo del agua

Vapuleada por las aristas de los agrestes roquedos
 en donde se perfila, agudiza y purifica,
 el agua se cierne ladera abajo, desbocada,
 con la inconsciente osadía de la juventud,
 persiguiendo un sueño eterno e inalcanzable.
 
 Corre cantarina hacia el abrazo final…
 pues el mar la espera con sus guiños de plata.
 No teme desaparecer en la inmensidad,
 no argumenta miedos innecesarios.
 Se sabe querida y anhelada por la madre.
 
 Se engalana de brillos nuevos y azulada armonía,
 de apacible y sedosa piel que aguarda el amor prohibido.
 El mar, a lo lejos, le hace promesa de límites infinitos,
 de una hermandad insondable y desconocida,
 y ella siente querencias antiguas y ancestrales.
 
 El mar aguarda silente como un arquetipo insondable,
 hierático, majestuoso, ensimismado en su propio misterio,
 pero al agua no le teme, pues en una sola gota encierra
 la belleza y perfección de todas las formas posibles,
 el código oculto pretendido por magos y alquimistas.
 
 El mar ya se adivina, se presiente… respira con su rumor de espumas,
 y el agua lo anhela con toda el alma, como un murmullo enamorado,
 y cuando al fin lo divisa en el horizonte de sus sueños inmediatos
 corre gozosa y se ofrece hacia el abrazo final,
 libre de ataduras y de las siete máscaras primigenias…
                                                                                    Ramón Sanchis

Por un hilillo de agua…

¡Ay, qué no daría yo por un hilillo de agua! Así podría lavar esta ropa mugrienta y llena de barro que se nos pega a la piel con insidia, y la niña podría vestir de blanco-blanco el día de su primera comunión…

Sí, y Juanita se lo merece, tal como se merecen las flores sus vestidos de vivos colores en primavera.

¡Ay, qué no daría yo por un hilillo de gua, aquí mismo, junto a la casa! Así Juanita no tendría que destrozarse el calzado ni las manos yendo a la hondonada del cauce, y la niña no tendría esos dolores incrustados en su delicada espalda de princesa.

Sí, Juanita se lo merece, tal como se merecen los juncos el agua, para cimbrearse sobre ella y contemplarla.

¡Ay, qué no daría yo por un hilillo de agua, aquí mismo en la trasera de la casa!

Así Juanita me ayudaría a plantar un maizal prolijo y dorado entre los surcos de la tierra, y la niña podría crecer más, enrasando su estatura con el penacho de las mazorcas.

Sí, Juanita se lo merece, tal como se merecen los dorados maizales su belleza y color.

¡Ay, qué no daría yo por un hilillo de agua, aquí mismo junto a la cerca de los chanchos! Así Juanita no tendría que pastorear a los animales hasta la ribera del río… Y la niña podría garabatear con lápices las páginas de esos cuadernos con rayas que dan en la escuela.

Sí, Juanita se lo merece, tal como se merecen las aves que emigran saber orientarse para llegar a la calidez del Sur.

¡Ay, qué no daría yo para que no se fuera hacia el Sur sin regreso!

Lectura de poemas, por Raquel Lanseros

Raquel Lanseros II protagonizó ayer una lectura de poemas en la Sala Trovador de Madrid. Asistí a título personal y en nombre de El Libro Durmiente porque ella representa mucho para nuestro Foro Literario, dado que ha presentado allí varios libros o recitales de poesía.
Raquel entonó con una voz suave y melodiosa varios poemas que recorren lo mejor de su obra publicada entre 2005 a 2016, que se hallan compilados en el libro Esa momentánea eternidad.
No haría falta decir que, Raquel Lanseros se encuentra a la vanguardia de nuestras letras y que tal vez es la mejor poetisa en lengua castellana. Es un verdadero placer escuchar el modo en que enfoca su lectura, pues nadie como el autor sabe darle a un poema el énfasis adecuado. Ya sea hablando de sentimientos personales, del amor y otros anhelos y desventuras del alma humana, o de los eternos misterios de la vida y de la muerte, Raquel Lanseros sabe convocar siempre con sus poemas lo mejor de nosotros mismos, asomándonos al mundo que debiera ser, profundo, bello, noble, mágico.
cofSus versos contienen reflexiones profundas, metáforas imposibles, y albergan escondidos en su cadencia, la voz profunda de un alma que busca respuestas de modo incansable. Su indefinible poesía es prosa y verso a la vez, sencillez y pasión, cantinela gozosa y reflexiva introspección; sus versos, que asemejan la narración melódica de un cuento a la vieja usanza, se hallan cargados de bellas y coloridas metáforas, de consejos y sentencias de vida, de preguntas certeras que llegan al mismísimo corazón de las cuestiones que atañen al ser humano.
Sin duda, la poesía de Raquel Lanseros es propia de alguien que sabe ver la vida a través de un bello caleidoscopio, porque Raquel alberga un bello mundo interior, una preocupación sincera por todo lo humano, por el mundo, por los valores atemporales. Sin duda, su poemas son lo mejor que puede ofrecerse a alguien que quiera saber ¿qué es la poesía?
 (http://ellibrodurmiente.org/)

Algunas mujeres… (poema)

descarga

I.

Hay mujeres cuya mera presencia

Ilumina toda una vida…,

cuyas palabras reverberan, por siempre,

en la bóveda de nuestra mente…

Hay mujeres capaces de conjurar, con su existencia,

todas las bondades que duermen en nuestro interior…,

cuyas manos pueden cauterizar, en un instante,

las sangrantes heridas de mil batallas.

Hay mujeres cuya imagen nos acompaña, incluso,

más allá de nuestras rutinarias vidas…,

cuya esencia acoge con un anhelo atávico,

y nos hacen sentir, siempre en casa…

 

Olimpia 04

II.

Hay mujeres cuyos gestos reproducen, sin pretenderlo,

delicados rituales propios de una sacerdotisa fenicia…,

Hay mujeres cuya plácida y profunda mirada,

enciende en el corazón todos los anhelos de paz y armonía,

cuya cadencia de voz acuna y mece los sentidos,

cuyos besos contienen, en un instante, toda la eternidad.

Hay mujeres cuya disimulada sencillez y bondad,

resplandece, sin embargo, en cualquier estancia…,

cuya tácita sabiduría rebasa el contenido

de los impenetrables libros sagrados.

Sin duda, algunas mujeres, trazan caminos imposibles

que tarde o temprano otras habrán de seguir.

           (Raysan, extracto del libro Los cedros del Líbano)

Cuando el gran hacedor de sueños…

Salinas de Uyuni después de la lluvia

Cuando el gran hacedor de sueños… 

Cuando el gran hacedor de sueños lanza a lo lejos girones de sí mismo,

metáforas convertidas en promesas de futuro, germinan los mundos.

De un suspiro suyo surgen los mundos informes que algún día constituirán

metáforas plenas de belleza, versos sueltos de la gran armonía universal.

Sin duda, cada uno de nosotros somos una metáfora surgida del gran Hacedor,

un verso suelto e inconcluso que ha de reescribirse una y otra vez ,

hasta quedar definitivamente acabado.

                   Raysan ©, abril de 2014 (del libro «El hacedor de metáforas»).

Entrevista a la poetisa Raquel Lanseros.

Entrevista  realizada por Ramón Sanchis a la poetisa Raquel Lanseros con motivo de su visita al Foro Literario de El Libro Durmiente, en Alicante, el 22 de noviembre de 2015. Publicada en la Revista Esfinge digital, en su número de julio-2015 (http://www.revistaesfinge.com/images/pdf/Esfinge-2015-07.pdf)

Raquel Lanseros en El Libro Durmiente; mayo 2015.

Raquel Lanseros en El Libro Durmiente; mayo 2015.

¿Cómo empieza uno a ser poeta?

Mi respuesta no va a ser nada original, porque la mayoría de los poetas que conozco cuentan una historia parecida: en la infancia cayó en sus manos un libro de poesía y aquello les impactó de manera casi física. Yo misma recuerdo perfectamente esa sensación. A partir de ahí empecé a escribir, imagínate lo que escribiría una niña de entre siete y ocho años. Mi madre recuerda que, a la hora de la comida o de la cena, de vez en cuando les ponía en el plato unos poemas que yo misma ilustraba, de manera completamente pueril, obviamente; era una especie de regalo no crematístico, porque un niño tiene poco acceso al dinero. Mi madre conserva alguno; tienen el valor sentimental y nada más, pero son curiosos y desde luego ilustran la historia de la relación de amor con la poesía que en casi todos los poetas –no solo en mi caso– viene de largo. También hay personas que comienzan a escribir poesía ya de mayores y luego algunos son grandísimos poetas, pero es curioso ver cómo el amor por la poesía se despierta en la infancia en un porcentaje muy alto.

¿Y tus poetas predilectos? ¿Cuáles considerarías que te han podido servir como maestros?

Raquel Lanseros_14Es difícil nombrar solo a unos pocos, porque por fortuna, en el mundo, en nuestro idioma y en otros idiomas, contamos con grandísimos poetas. Realmente la historia de la poesía está jalonada de genio y de talento… es difícil elegir unos pocos. Mi primera experiencia fue leer una rima de Bécquer, de su libro Rimas y leyendas, que tenía mi padre en su biblioteca. De alguna manera, esa fue la primera puerta. Luego, poetas en lengua española hay muchísimos: desde el siglo de oro, que está plagado de nombres fundamentales, como Calderón, Góngora, Quevedo, Lope de Vega… Y después, en el siglo XIX, encontramos al mismo Bécquer y a Rosalía de Castro, injustamente olvidada. Todos la tenemos presente, pero de pronto no está tan presente en encuentros, homenajes… Ojalá haya pronto un aniversario, porque merece que volvamos a traerla a escena; una mujer que además de precursora en muchos terrenos, también lo fue en el de las mujeres poetas en España. Tenemos también toda la generación del 98: Juan Ramón Jiménez, que no hace falta descubrirlo, tuvo un Premio Nobel; Antonio Machado, que para mí es una figura por la que siento absoluta veneración, como referente ético y moral, aparte de un altísimo poeta; Miguel Hernández, Lorca, Cernuda, Pedro Salinas. Esos son, sin irnos de España, los más cercanos. Hay otros poetas por los que yo siento absoluta predilección, por ejemplo Walt Whitman o Emily Dickinson, del mundo anglosajón. Jaime Sabines, que es uno de mis poetas mejicanos predilectos junto con Octavio Paz, los dos grandes emblemas del siglo XX. Me gusta mucho Eduardo Lizalde, que sigue vivo.

Raquel Lanseros con Vanessa Montfort.

Raquel Lanseros con Vanessa Montfort.

¿Es preciso leer para escribir después poesía?

Para escribir, sin duda. Hay personas que dicen: «Yo no necesito leer». Todo es muy respetable, pero a mí me parece que cuanto más se lee, más se educa la sensibilidad, más se educa el sentido del ritmo, más acceso se tiene a mil formas de vivenciar las mismas situaciones con matices diferentes y, por lo tanto, se va adquiriendo un bagaje que después hace más sencillo el escribir. Incluso por el simple hecho de ejercitar la imaginación, porque la poesía tiene mucho que ver con la imaginación, pues enfoca aspectos de la realidad que están en la penumbra y el poeta a través de su mirada sagaz, emocionante, concisa, lo ilumina y logra que los demás lo veamos también.

¿Crees que el poeta se pone a disposición de algo más profundo o es un mero artesano que fabrica cosas, como quien fabrica una vasija con sus manos?

Si te digo la verdad, yo creo que ambas cosas son ciertas. Se habla de la inspiración dentro del fenómeno de la creación poética, pero también del trabajo, del oficio… y ambas cosas son ciertas, es decir, que el poeta es un artesano que trabaja con palabras, con el lenguaje. Preferiblemente debe tener un conocimiento amplio del lenguaje con el que trabaja, porque aunque no sea imposible hacer poesía con recursos limitados, cuanto más hondamente una persona conozca su lenguaje, más facilidad va a tener para expresar de manera más o menos ajustada lo que quiere decir. Pero también el poeta es transmisor de un conocimiento y de unas sensaciones que no son solo las suyas sino que son las de la especie, las de la humanidad. Yo siempre digo que la poesía no es un lenguaje propio.

Hay gente que quiere empezar a escribir y no sabe cómo; ¿qué recomendarías para encontrar ese pozo profundo que cada uno tendría dentro?

Raquel lanseros_normal_00Oscar Wilde dijo que «los consejos son como los feos, que no los sigue nadie…». Es difícil dar un consejo, pero hay recomendaciones básicas que –por obvias– son aconsejables: Leer mucho, es el primer consejo. Si se quiere escribir poesía, uno tiene que leer poesía. Y otro consejo sería tener tintes de silencio. A todos nos gusta disfrutar el ruido mundano, vivir, estar en contacto con la gente –es muy necesario también–, pero es fundamental tener tiempo para la reflexión y la meditación, llegar a un equilibrio entre el silencio y el ruido. Si hay demasiado ruido, es difícil que nazca la poesía, y si hay demasiado silencio, es posible que no haya vivencias autorizadas y legítimas de las que hablar. Modestamente creo que eso es algo que un poeta debe aspirar a manejar: un equilibrio que es muy difícil, y seguro que nadie lo alcanzamos, pero como aspiración y desiderata es acertado.

Si se pierde ese equilibrio interno como persona, ¿la poesía se va?

Perder el equilibrio no supone necesariamente estar pasando tiempos de dificultades anímicas, porque a veces esos tiempos de dificultades son muy fructíferos; al igual que los tiempos de alegría pueden ser, o no, muy fructíferos. Perder el equilibrio es sobre todo salirse de sí mismo. De hecho, una palabra que etimológicamente significa salirse de uno es divertirse, que es verterse hacia afuera. Y nos puede parecer gozoso porque en esos momentos se pierde conciencia de ese ego que a veces nos maniata y el tiempo deja de tener tanto peso. Pero para escribir poesía tienes que estar dentro.

¿Te atreverías a darnos una definición de la poesía?

Tu definición más personal, la que surja en este momento… Hace poco, en una charla, un señor de entre el público dio una definición absolutamente maravillosa: dijo que «la poesía es el impuesto que nos exige el alma». Me parece que es una definición a la altura de los grandes poetas. Si yo tuviera que definirla, diría que la poesía es un sinónimo de la vida; es una hija, una hermana y una madre de la vida, si es que se puede ser las tres cosas a la vez.

¿Tienes que estar vivo por dentro para transmitir esa vida?

Sin duda. Se puede estar vivo sin ser poeta, pero no se puede ser poeta sin estar vivo.

Sabemos que estás constantemente viajando… pero ¿cuándo vienen los poemas? ¿Se tiene un momento cada día o se escriben allá donde se atrapan?

Raquel Lanseros_12Depende de la personalidad de cada uno. Hay quien se autoimpone un horario más o menos riguroso, pero cuando viajas es muy difícil de conseguir. Yo soy más bien caótica para escribir poesía. Suelo escribir a trompicones; hay temporadas que escribo mucho, otras no escribo nada; a veces rompo todo lo que he escrito y me quedo solo con un poema de cada cincuenta… en fin, no tengo un rigor continuado a lo largo del tiempo. Pero sí que es cierto que cuando estoy de viaje, sobre todo porque los viajes son por motivos poéticos, entro en contacto con muchos poetas y con mucha poesía, y eso hace suscitar muchísimas ideas y ganas de escribir. Por eso siempre llevo conmigo una libreta y escribo un verso o dos que yo sé que me van a hacer recordar más tarde lo que estaba pensando en ese momento. Porque a lo mejor no tienes el tiempo de desarrollarlo, pero sí tienes el tiempo de plasmar ese primer verso del que después tirar.

Después de esos primeros versos, ¿hay que esperar tiempo para que aparezca el resto del poema?

Depende, hay versos de los que he tirado después de años, y hay poemas que he escrito todo seguido. No sé exactamente el motivo. No hay un parámetro fijo que uno pueda acotar como si fuera un método de trabajo que siempre funcione. A veces uno se sienta y no sale nada. Y a veces nos falta tiempo para escribir todo lo que nos viene… En ese sentido, hay que ser muy respetuosos y muy humildes, porque uno siempre teme que no vuelva.

¿A cuál de tus obras le tienes más aprecio?

Yo creo que los libros son como los hijos, y esto también es una metáfora muy manida, pero son como los dedos de la mano: ¿de cuál de ellos puedo prescindir? A todos les tengo un cariño bastante especial porque significaron cosas importantes, incluso los libros de los que uno reniega, que no es mi caso, pero es verdad que incluso esos te llevan al lugar en donde estás.

Raquel Lanseros con Antonio Parra Sanz.

Raquel Lanseros con Antonio Parra Sanz.

La poesía, ¿es la hermana pobre de la literatura?

La poesía es la hermana pobre de la literatura en muchos sentidos, pero también tiene cosas a su favor, y una de las cosas que tiene a favor es la posibilidad de la relectura. Yo puedo leer una novela que me agrada y aunque me haya gustado mucho se pasan años sin que vuelva a leerla, o directamente no la releo nunca, mientras que la poesía se presta mucho más a las segundas, terceras, o cuartas lecturas. Yo leo muchas veces los mismos libros de poesía, mientras descubro otros. Pero hay poetas a los que vuelvo siempre y descubro matices, porque no se interpretan los poemas de la misma manera en un momento que en otro, con un estado de ánimo que con otro. A veces me digo: «Esto no lo había visto antes, ahora lo veo y ¡estaba aquí!». En ese sentido, la poesía tiene un desnudo mucho más rico, porque nunca se le acaba de ver del todo.

En este camino que has emprendido, ¿hay que dejar cosas?

Hay que dejar muchas cosas porque el día de cualquiera solo tiene 24 horas. Pero también se reciben muchas cosas a cambio. Aparte de que considero la poesía un poco como un sacerdocio, y ello implica muchas decisiones vitales a favor de ella, que nos llevan a dejar otras cosas.

¿La poesía es reivindicativa?

La poesía tiene tantas caras como tiene la naturaleza humana. En la poesía cabe la lírica, cabe el intimismo, cabe el canto, cabe el entusiasmo, cabe la autoafirmación, cabe la afirmación colectiva y cabe, cómo no, la reivindicación. Ya lo dijeron grandes poetas muy comprometidos. César Vallejo o Pablo Neruda, sin irnos de nuestra tradición, decían que la poesía siempre está al lado de la justicia, y tenían razón. Con esto no quiero decir que haya un deber de escribir sobre ciertas cosas y no sobre otras, pues la libertad creativa está por encima de todo. Pero la poesía, como aspiración de belleza y de armonía, tiene mucho que ver con los grandes valores inamovibles.

¿Puede la poesía ayudar a mejorar el mundo? ¿Es una herramienta cargada de futuro?

Raquel Lanseros con Ramón Sanchis, en El Libro Durmiente.

Raquel Lanseros con Ramón Sanchis, en El Libro Durmiente.

Tíldame de ingenua, pero yo creo que sí. El mundo, como ente global, es muy difícil de cambiar y, por desgracia, todos sufrimos las consecuencias de un mundo que no es como nos gustaría. Este momento nuestro es un ejemplo de ello, no hay que ir mucho más lejos. Pero también es verdad que los valores humanos que representa la poesía, estéticos y éticos, ayudan a cambiar el mundo. De hecho, muchas personas, en principio todos los que amamos la poesía, seríamos más planos o más romos sin ella. ¿Qué más se le puede pedir?

                                                                    *   *   *

Poemarios:

· Las pequeñas espinas son pequeñas. Hiperión. Madrid, 2013.

· Journal d’un scintillement. Les Éditions du Paquebot. París, 2012. · Hiperión. Madrid, 2009.

· Los ojos de la niebla. Visor. Madrid, 2008.

· Diario de un destello.Adonáis, Rialp. Madrid, 2006.

· Leyendas del promontorio. Ayto. Villanueva de la Cañada. Madrid, 2005.

Antologías de su obra poética:

· La acacia roja.Tres Fronteras. Murcia, 2008.

· Un sueño dentro de un sueño. 4 de agosto, Logroño, 2012.

· Alas órdenes del viento. Valparaíso. Granada, 2012. Traducciones a su cargo

· Poemas de amor. Valparaíso. Granada, 2013. Traducción de una selección de poemas de Edgar Allan Poe.

· Mira lo que has hecho. Valparaíso. Granada, 2014. Traducción de los poemas de Gordon E. McNeer.

El anhelo del agua (poema)

Salinas de Uyuni después de la lluvia

«Poseo una gotita de sabiduría en mi alma. Déjala que se disuelva en tu océano».  Rumi

 

El anhelo del agua.

Vapuleada por las aristas de los agrestes roquedos
en donde se perfila, agudiza y purifica,
          el agua se cierne ladera abajo, desbocada,
          con la inconsciente osadía de la juventud,
          persiguiendo un sueño eterno e inalcanzable.
Corre cantarina hacia el abrazo final…
pues el mar la espera con sus guiños de plata.
          No teme desaparecer en la inmensidad,
          no argumenta miedos innecesarios.
          Se sabe querida y anhelada por la madre.
Se engalana de brillos nuevos y azulada armonía,
de apacible y sedosa piel que aguarda el amor prohibido.
          El mar, a lo lejos, le hace promesa de límites infinitos,
          de una hermandad insondable y desconocida,
          y ella siente querencias antiguas y ancestrales.
El mar aguarda silente como un arquetipo insondable,
hierático, majestuoso, ensimismado en su propio misterio,
          pero el agua no le teme, pues en una sola gota encierra
          la belleza y perfección de todas las formas posibles,
          el código oculto pretendido por magos y alquimistas.
El mar ya se adivina, se presiente…respira con su rumor de espumas,
y el agua lo anhela con toda el alma, como un murmullo enamorado,
          y cuando al fin lo divisa en el horizonte de sus sueños inmediatos
          corre gozosa y se ofrece hacia el abrazo final,
          libre de ataduras y de las siete máscaras primarias…

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Croniria. Raquel Lanseros (Reseña)

Reseña escrita por Raysan para El Libro Durmiente el 17 de noviembre de 2013.

http://ellibrodurmiente.org/wp-admin/post.php?post=3250&action=edit

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Raquel Lanseros, nació en Jerez de la Frontera (Cádiz) en 1973, aunque se siente leonesa de adopción. Es una de las poetisas más reconocidas y premiadas del ámbito literario español. Sus poemas se han incluido en antologías de varios países europeos, en Estados Unidos e Iberoamérica y han sido traducidas a idiomas tan dispares como el inglés, italiano, holandés, hindi, turco, hebreo, francés, etcétera. Desde que iniciara en 2005 su recorrido en la poesía ha publicado seis libros de poemas. Cuenta en su haber con el Premio de Poesía Unicaja, un accésit del premio Adonais, el premio de Poesía del Tren, y el Premio Internacional de Poesía “Antonio Machado en Baeza”.

Raquel Lanseros y Vanessa Montfort
Raquel Lanseros y Vanessa Montfort

Por un extraño lance del destino, Raquel Lanseros me regaló su libro Croniria, el mismo con el cual había realizado su presentación en Bilbao. Más adelante he visto a Raquel en una foto junto a mi querida amiga Vanessa Montfort, si bien nunca supe que se conocieran; seguramente les une un futuro rutilante. Poco a poco, la madeja del destino fue tejiendo su aquel. Ahora me encuentro ante este libro profundo y misterioso que he leído despaciosamente en mis viajes de metro.

Sus poemas, que aventan palabras al infinito, me obligan a escribir esta reseña, pues gracias a ellos, este ciego, porque lo soy, dada mi condición de poeta que olvidó su oficio, ha vuelto a percibir la belleza. Escuchando las melodías que sus versos susurran al viento, he aprendido de nuevo a leer braile en la oscuridad de mi alma. El viento de la poesía ha llegado de nuevo a mi casa, tumbado la puerta…

Decir que las palabras despiertan conciencias a su paso, es el mejor homenaje que se le puede hacer a un escritor; y yo quiero entregar las monedas al barquero que me ha llevado a la otra orilla y hacer aquí ese homenaje.

Sí, Raquel, tus poemas alientan sueños inmensos e insuflan ideales en los horizontes de tantos huérfanos desheredados de la belleza. Porque se infiltran sinuosos y sibilantes en las verdes praderas del mundo interior, sin que ningún rincón permanezca ajeno a la convulsión.

De la mano de las imágenes que dibujas en el aire, me he adentrado en la intrincada floresta de tu forma de ser, porque leyendo tu libro he encontrado la fuente que mana inalterable en tu origen primigenio. En las páginas de tu libro se vislumbran los delicados amaneceres de tus días, tu profundidad, alegría y entusiasmo, pero también, las sombras de un alma apenada por sus emociones, transida por el desamor y la tristeza. Y sin embargo, en tus poemas, siempre te ofreces dispuesta al retorno, al resurgir de un alma pujante que aspira a la luz más nítida. Tu mensaje enseña a vivir, porque es de fortaleza y de amor, cumpliendo así la mejor finalidad de la Poesía.

croniria

Hay en Croniria una sensación de camino que el poeta precisa recorrer: “aprende por tu bien el arte de marcharte/ siempre un segundo antes de que te hayan echado”. Tal vez porque el poeta es un caminante que busca su propio ser. Por ello dirás… “nunca le tengas miedo al horizonte, no hay placer más sabroso que el trayecto/ acepta el pan servido en cualquier parte/ disfruta del asilo que te ofrezcan/ pero ten preparadas las maletas”.

Te he oído hablar de esos bosques que a menudo se extienden en nuestro interior y llegan hasta el linde donde se pierden las promesa que la vida nos hizo. En tus palabras dirás, “existen bosques blancos en los que llueven ahoras/ y las promesas buscan una sombra”. En tales momentos, nos parece que “…no hay nada más allá de aquellos árboles./ En los linderos ha acampado el tiempo/ bajo un cielo siniestro de estrellas apagadas”. Porque en tus poemas siempre se encuentra la fuerza de las imágenes.

En tu libro haces culto al amor, pero un amor entregado y de verdaderas emociones. Por ello dices… “que no entre en la batalla quien sucumba/ ante el rencor pequeño de las humillaciones./ Sabed, son necesarias descomunales dosis/ de grandeza de espíritu y coraje/ en las lides calladas de la pasión humana”. El verdadero amor reclama la identificación total con el ser amado…“Somos el mismo aliento en cuerpos simultáneos”, “…veo tu rostro en el mío/ y en el rostro de todos los que he visto”. Pero el amor ofrece a cambio un atisbo de eternidad…“...Solo quien ha besado sabe que es inmortal”.

Señalas también, la tozudez de aquellos que son insensibles al don de la poesía: “…dicen que no hace falta la poesía. Suponen que la gente necesita comer. Con eso basta”. Poco saben ellos que cada poema es “como un árbol que crece hacia el origen” buscando un sabia antigua y milenaria, cargada de sueño ancestrales. Tal vez la poesía no pueda desasirse de uno mismo, tal como la vida y la muerte no pueden zafarse la una de la otra, porque según tus palabras… “Poesía es lo contrario de la muerte. Esta certeza súbita de lo desconocido”. Los poetas son imprescindibles para que el transcurso de la vida se encamine hacia la belleza y la bondad que el mundo precisa. Por ello tu cierras el círculo con tus palabras certeras: “…que objetivo tan arduo intentar convencer no obstante junio de la inutilidad de la poesía”.

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En tus poemas dices que… “mi palabra es un patio sin llave donde es bien recibido quien aprecie la sombra de una higuera y un vaso de buen vino”. Por ello brindo, bajo el árbol de la vida, tomando un buen vino en honor de los futuros que alientan tus palabras audaces. No entonaré una despedida, porque he aprendido de tus versos “que las despedidas tienen ojos de perro herido”, tan solo expresaré un deseo: que sigas alentando la belleza hacia el infinito, porque los ciegos necesitamos ver.